INTRODUCCIÓN AL CLUB
Como militantes, nos damos cuenta de las dificultades actuales para hacer política. Dificultades objetivas y subjetivas. Para hacer este análisis, parece necesario por un momento tomar distancia de la coyuntura, alejarnos, como un zoom al revés. Hacia el mundo.
El mundo que vivimos no es el mismo que hace unos años. Ha cambiado el trabajo, la organización del trabajo, la familia, la manera de ver la sexualidad, la política. Ha cambiado la estructura social de nuestro país, ha cambiado la cultura, han cambiado las instituciones y hasta el Estado ya no es el mismo. Después podemos ampliar este punto.
Pareciera que nos enfrentamos a un cambio de paradigma, es decir a una manera distinta de ver la realidad, de pensarla y de modificarla. Ahora la realidad responde a nuevos marcos de referencia y tiene nuevos limites para pensarla, mas amplios en algún aspecto, mas limitados en otros. Y nuestras cabezas también han cambiado. Casi sin darnos cuenta, pensamos de manera diferente. Nosotros también somos parte de la realidad. Pero lo viejo no se ha ido del todo y lo nuevo no termina de fraguar.
Parece necesario teorizar sobre esta situación. Teorizar es alargar la mirada, mirar mas lejos. Teorizar es una pretensión de objetivar. Solo válida si proviene de la experiencia, solo válida si vuelve a la practica. La respuesta a la pregunta que ansiosamente nos formulamos: ¿Qué es hacer política hoy?, no parece posible encontrarla sin una mirada teórico/practica y colectiva.
Esto de colectivo es primordial en nuestro pensamiento. Somos concientes de la complejidad del tema. No alcanza con la cabeza individual del viejo paradigma. Parece necesario la construcción de una inteligencia con capacidad de articular en forma simultánea distintos aspectos y visiones de la realidad. Consideramos que esa inteligencia es la del grupo. La inteligencia singular y colectiva del grupo, no como suma de individualidades, sino como sujeto (uno) colectivo.
Somos concientes además, de que los dispositivos de disciplinamiento y subordinación pueden hacernos ver como revolucionarias acciones y políticas que no emancipan, cambiando el significado de los conceptos, extendiendo la conquista al campo de las palabras y sus significados, y por lo tanto de nuestra propia acción. El pensamiento hegemónico tiene la capacidad de robarnos el sentido de nuestros actos desde esa colonización de los conceptos, por eso nos resulta difícil mantener un sentido coherente y dinámico, en una sociedad que cambia constantemente. De la misma manera es posible encontrar en ciertas maneras sociales nuestras de vincularnos, ciertos hábitos, costumbres y formas de pensar y de sentir que han resistido en nosotros al barrido de todo lo que no sea especulativo y orientado a la ganancia.
Nos parece que la fuerza que define el sentido es la conciencia. Sin embargo la conciencia y su nivel colectivo, la ideología, no puede ser algo escrito, externo, como valores a alcanzar, y por lo tanto mas allá del ser humano. La conciencia y la ideología son para nosotros un proceso autónomo, en el que las personas y el pensamiento van tomando forma, se van informando, progresando en el día a día, en el devenir de los hechos. Y ambas, conciencia e ideología, están comprendidas en el hombre; son para el hombre, y no al revés.
Este devenir diario de producción conciente es profundamente político, porque no solo se trata de ideología y de conciencia, sino también de trabajo político resignificador e instituyente. Resignificador en cuanto recupera el sentido de los conceptos e instituyente porque mediante el trabajo político nuestras ideas pueden alcanzar un nivel de formalidad, que es nuestra comunión con la realidad. Que es la construcción de otra realidad, mas afín a lo que queremos. De esta manera las conquistas políticas quedan integradas en un Proyecto político emancipador, cuya argamasa y puesta de sentido es la conciencia y la ideología. No tenemos otra herramienta para la resistencia y la coherencia que nuestra conciencia singular y colectiva.
De modo que evaluamos que nos encontramos en un mundo en cambio de paradigma, donde la manera de mirar la realidad esta cambiando, pero esa realidad somos nosotros mismos. Todo lo negativo que vemos en la sociedad es posible también encontrarlo en nosotros mismos. Y todo lo positivo para nuestros ojos puede ser favorable y al mismo tiempo funcional a un modo de vivir que no nos conviene.
Para seleccionar con acierto y avanzar sobre lo conocido y aun sobre lo desconocido, es decir objetivar y crear, parece necesario teorizar, pero esta teorización no puede ser individual, no alcanza, debe ser colectiva. Creemos que la unidad colectiva de reflexión es el grupo. El grupo no solo como inteligencia colectiva capaz de pensar en la complejidad, sino también como conciencia colectiva, capaz de caminar por rumbos no lineales, no rectilíneos, mas bien sinuosos y cambiantes, como se nos presenta en realidad el camino de la vida. Grupo que religa a la persona con otras personas, grupo que religa las ideas con la acción en la calidad de los vínculos. Grupo que religa la conciencia con la política y a la política con nuestra realidad.
CARACTERISTICAS DEL CLUB
Desde este marco de pensamiento, desde ese desafío al pensamiento y a la acción, aparece en Moreno la idea del Club, como posible construcción material de esta teorización. El Club nace del convencimiento de que politizar es encontrar entre nosotros los mecanismos que nos unan a (todos) los compañeros que conformamos el campo popular. Esta tarea puede ser muy difícil planteada a nivel nacional, pero le encontramos posibilidad en el ámbito de nuestro territorio si se prioriza el proceso de los problemas locales, aquellos que padecemos todos por igual. En este sentido pensamos que todo nos une, y que sigue teniendo vigencia aquellos de que “el barro nos une”, y que nos une la carencia de muchos servicios esenciales, pero también nos une la necesidad y las ganas de encontrar nuevas maneras de pensar, de dialogar, de vincularnos y de crecer, como personas y como grupos. Nuevas maneras de relacionarnos que al tiempo de constituir por si una resistencia liberadora, nos permitan revertir la fragmentación, la cosificación, la especulación productiva de todo, la esfumación de la conciencia, el descrédito de los afectos y la carencia de verdad.
A continuación van algunas características que –parece- serían necesarias en el Club.
< Reúne a personas y organizaciones del campo nacional y popular. Tiene en cuenta por lo tanto la profunda heterogeneidad que caracteriza a este campo, dadas las múltiples estrategias puestas en practica por los compañeros y los dirigentes a lo largo de la historia y especialmente en los últimos años.
< Valora la manera de construir vínculos entre sus integrantes. Es sabido que no hay un solo lenguaje, y que el hombre se vincula desde el lenguaje corporal, el del pensamiento, el de la imagen, el de la sensibilidad, y sobre todo el de la palabra. Por eso (el Club) tiene especial cuidado en desarrollarlos con arte. Arte sería el uso cuidadoso y amoroso del lenguaje. La palabra puede unir, fraternizar, sensibilizar y humanizar; y además puede separar, cuando es usada fuera de tiempo y respondiendo a intereses particulares y de corto plazo. De esta manera puede convertirse en un nuevo elemento de fragmentación del ya dividido campo popular. El portador de la palabra tiene en cuenta la construcción que se requiere. Su palabra es funcional a esa construcción.
< El Club es una construcción humana siempre en proceso a la que se la debe dotar del soplo que lo animará. Es por lo tanto tarea estratégica del grupo develar el espíritu que los une. Es sabido que solo las cosas están determinadas y por lo tanto carecen de espíritu. Pero los grupos no son meras construcciones materiales. Esta construcción del ánimo, del alma grupal, esa tarea que nunca se termina en un grupo, es tarea de cada palabra y de cada gesto. Es decir, ese objetivo no puede estar ausente en cada palabra que se pronuncie, en cada gesto de cualquier lenguaje utilizado.
< Para esto requiere madurez. Ya no somos niños, que anteponemos nuestros caprichos personales a los objetivos de la nación humana argentina. Ya no nos satisface la pequeña y corta satisfacción de nuestros intereses personales. Ambicionamos ubicarnos en la capacidad de articular la síntesis del interés popular, particularmente su expresión en Moreno. Creemos que esa es nuestra manera de construir la nación que soñamos. Desde lo cercano y sencillo hacia lo lejano y complejo.
La posición madura sabe que no basta con el saber individual, y sabe que debe nutrirse de miradas distintas, heterogéneas. El saber popular no es lineal, ni puede resumirse en una sola definición: rebalsa todo concepto. Por eso resulta necesario ubicarse en una posición adulta, madura, no rígida, abierta, sensible, cuidadosa, política y democrática. Es abandonar los espejismos de claridad personal que pueden dar las afirmaciones y definiciones contundentes, para trabajar entre muchos la posibilidad de otra claridad concreta.
< Por eso, acompaña a la madurez con la complementariedad. No nos basta con nuestra individualidad, ni siquiera con la de nuestra organización. Necesitamos heterogeneidad, necesitamos diferencias entre nosotros, necesitamos valorar que no pensamos igual, para potenciar toda esa complejidad, diversidad mucho mas rica que la igualdad homogénea. El trabajo político es (ser capaces de) construir unidad con esa heterogeneidad. Unidad con la diversidad, que eso es lo que somos. Toda pretensión de homogenización la consideramos ficticia.
< No busca afuera el Poder, sino que trabaja la capacidad de poner en obra la potencia del propio poder. El trabajo de reconocimiento del poder personal, grupal, colectivo es nuestra pedagogía. Esa tarea es grupal. Y aquí todos podemos ser maestros. Construir un grupo y dotarlo de espíritu es hacer conciente su potencia. La potencia grupal no aparece en ámbitos inhibitorios ni con vínculos sin equidad. Esas caracteristicas provienen de la mentalidad polar, jerárquica, homogénea y propietaria de un único saber. La existencia de la sensación de libertad es indispensable en cada uno. Eso implica humanizar, es decir despejar los vínculos de solemnidades, formalidades absurdas, manipulaciones del otro fundadas en la lógica polar, y sobre todo de certezas de verdad. La pregunta de (nuestro) dirigente es ¿Cómo hago posible la expresión de potencia de mis compañeros?. Esa sería nuestra manera de ejercer el poder. Porque el dirigente es dirigente en la medida en que es capaz de desarrollar la potencia de sus compañeros. Este poder es colectivo, aunque lo pueda ejercer una persona determinada.
Dos frases surgidas del proceso boliviano y pronunciadas por Evo vienen –me parece- a ayudarnos, pero aclaro que la interpretación es mía: la primera es “Nada para nosotros, todo para todos”. Parece que esto alude a una nueva dirigencia, que no pone sus intereses personales por delante. No pone por delante los privilegios, de prestigio ni económicos, que proporciona el poder. No genera jerarquías odiosas, y relaciones carentes de equidad. Pero no renuncia ni le saca el cuerpo a la responsabilidad que sobrevenga. La segunda es el Buen Vivir. Se dice que mientras el mundo vive mal, Bolivia propugna el Buen Vivir. El Buen Vivir tiene un compromiso con la Madre Tierra y con la vida expresado en cuatro componentes: compartir, comprender, vivir y soñar. Se entiende que compartir es dialogar en todos los lenguajes, no solo en el de la palabra. Comprender es extender este diálogo a los diferentes, a los que consideramos los otros y comprenderlos, en el sentido de quedar comprendido en una unidad con el diferente. Vivir así es respetar la vida, que siempre tira para adelante, en el sentido de los sueños.
Y ahora un texto de Jauretche:
“Excluido el pueblo del poder en 1930, la oligarquía restaurada utiliza el intervensionismo de estado, solo que lo hace en beneficio del Imperio Británico.
Estamos ya en la década infame, cuyo hecho capital es lo que FORJA denominó el “estatuto legal del coloniaje”. Sobre el tratado roca Runciman se articulan los instrumentos legales para el retorno a la economía colonialista de dependencia. El Banco Central, las juntas reguladoras, las coordinaciones de transportes, todos los instrumentos usados en el manifiesto inicial de FORJA persiguen esa sola finalidad. Nuestros papanatas ideológicos, los creyentes de los grandes enunciados, los profesores de las ideas abstractas, todos especialistas en el hurto de la realidad tienen aquí una gran enseñanza. El dirigismo del Estado, como el liberalismo, como el socialismo, como casi todas las formulas hechas, son formulas simplemente. Lo mismo sirven para un fregado como para un barrido. Pueden servir para el ascenso social del pueblo y hasta para el propio desarrollo del capitalismo nacional, como pueden servir para lo inverso. Todo está en como se lo maneje y para que fines”.
Ref: : Arturo Jauretche: La tentativa de reconstruir la granja: en Forja y la Década infame. Peña Lillo editor. Buenos Aires, mayo de 1976.
Bebe Ricci, enero de 2010