Historia de un comienzo
Era, recuerdo, un mediodía de invierno de 1986...los tres amigos salíamos de la ciudad de Moreno en un citroën que se desplazaba por Nemesio Álvarez rumbo a los barrios de Cuartel V, lugar donde las necesidades eran y siguen siendo, muchas. Veníamos de una reunión política y en nuestra conversación seguían dando vueltas un montón de preguntas:
-¿Cómo haremos para democratizar la política?.
-¿Cómo haremos para que muchos tengan la palabra?
-¿Cómo haremos para generar un lugar de poder desde donde luchar por nuestros derechos?
-¿Cómo haremos para no ser carro de nadie, y si autoridad de nosotros mismos?
-¿Cuál es la formación que necesitamos para crear esa autonomía y esa autoridad?
-¿Cómo promovemos una actividad que convoque a muchos?....
-¿Cómo logramos interesar –y entusiasmar- a muchos en el trabajo común?
El Mundo se conmovía con la caída del Kremlin y
Y nosotros en el citroen íbamos pensando...
El desafío que queríamos proponernos era generar una autoridad colectiva social, que pudiera reflexionar y elaborar ideas propias, de cada localidad, y luego llevarlas a la acción, pero no de la mano de una persona, de un solo dirigente, sino como resultado del trabajo interesado de muchos...Ni siquiera era que queríamos que la comunidad, o el barrio, fuera conducido por cuatro o cinco sabios, aunque tuvieran buena voluntad. Queríamos, pensábamos y trabajamos para encontrar la manera de que cada vez hubiera una actitud mas sabia en la mayoría de los vecinos. Una actitud autónoma, creativa, democrática, participativa y tendiente a la unidad.
Eso fue el Consejo de
Un espacio para pensar y hacer lo que necesitábamos todos. Que iba tomando forma.
Pero las necesidades eran muchas, y las respuestas desde las instituciones muchas veces no cubrían esas necesidades. Por lo tanto había que pensar en los recursos existentes, conocidos, aceptados, y en otros nuevos, que teníamos que inventar, o descubrir, animarnos incluso a lo inaceptado. Necesitábamos, además que nuestra característica fuera el entusiasmo, y para eso teníamos que aprender a reconocer, no solo conocer, a cada persona, a cada uno en su particular valor. Que nadie se sintiera mas que nadie. Y teníamos también que lograr una pluralidad importante, una unidad mas allá de la diversidad cultural o partidaria, y ahí apareció nuestro lema “Todo nos Une”.
Porque, decíamos, las carencias nos unen a todos. El barro también nos une.
Aquel Consejo de
Somos “el soberano”. Como pueblo somos quien debe discutir los actos del poder publico delegado, elegir, decidir, evaluar a sus representantes, proponer, instruir, desaconsejar, aprobar. La democracia representativa no debe implicar dejar de lado nuestro cuidado y control de esa representación, y sobre todo debe construir la posibilidad de estar presente institucionalmente, en condiciones de ser consultada y manifestada. Esa porción de poder debe siempre permanecer en manos del pueblo.
Podemos reunirnos en Consejos de
Si no lo hacemos, porque delegamos la totalidad del poder en nuestros representantes, o por “prudencia”... o mera indolencia, habremos abdicado de nuestra “corona” soberana, a favor de personas que no necesariamente actuarán impregnadas de fervor social y compromiso por nuestros indelegables intereses colectivos.
Juan Ricci
lindo blog, pasate por el mio, hablo de politica
ResponderEliminarBlog: http://elmandatoargentino.blogspot.com
Saludos de Tandil, Argentina
F.S