jueves, 7 de mayo de 2009

¿OTRA ECONOMIA?


El siguiente fragmento pertenece al economista Julio Olivera, y a pesar de datar del año 2001, parece tener vigencia al día de hoy, en lo que hace a la necesidad de generar cambios estructurales que garanticen una oferta verdaderamente democrática de bienes públicos para todos. Además el texto plantea una discusión con la posición “científica” que le atribuye a la economía un lugar autónomo en la sociedad, independiente por lo tanto de la política. Está bueno para charlar….

“…el desequilibrio primario es el concerniente a la producción y la ocupación. Este desequilibrio nace directamente de la insuficiencia en la provisión de bienes públicos, desde la seguridad jurídica hasta la salud, la educación y la paz social. El déficit fiscal resultante se traduce a su turno por el saldo adverso de las cuentas en el exterior.”
“Los bienes públicos no son sustitutos sino complementos insustituibles de los bienes privados: esta es la idea directriz que se observa en el plan fénix. Por lo tanto la actual resecion no es (…) una alteración transitoria del equilibrio sino una deficiencia crónica, una debilidad estructural, destinada a persistir mientras no alcance la oferta de bienes públicos el nivel indispensable para la plena utilización de los recursos productivos. (…) lo que esta en debate no es una postura ideológica –estatismo contra liberalismo, planificación central versus economía de mercado- sino una cuestión científica susceptible de ser tratada objetivamente”.

Olivera plantea la noción de otro equilibrio, el que tiene en cuenta a la vida, pero incorporado ahora a una mirada científica, es decir objetiva. Sin embargo, la dificultad para la construcción de esa “otra” mirada científica esta controlada por los mitos, y como dice Kaplún el mito es un robo de lenguaje que facilita un abuso ideológico: me refiero al mito del crecimiento interminable apoyado en el desarrollo lineal y progresivo de la ciencia y la tecnología, orientado en un solo camino que es el del mercado.
La única manera de develar esa apropiación que subordina desde lo ideológico es desde la acción política, que de esta manera se convierte, al decir de Hanna Arendt, en la acción humana por excelencia, por ser expresión de la pluralidad humana.

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